Entrar al interior de la ex cárcel pública tiene mucho de sobrecogedor. Hace ya dos años se abrió por primera vez para que fuera conocida por el público. Las celdas permanecían tal cual las habían dejado los reos, poco antes de marcharse al nuevo recinto penitenciario.
El primer año la emoción fue fuerte. Parecía que las paredes hablaban y contaban las historias de los reos a través de los recortes pegados o dibujos intentados en su paredes. Un gato que fue la mascota de los reos se negaba a abandonar el recinto como esperando el día del regreso de los internos, el que nunca llegó.
El recinto fue sede de la primera Ventisca Cultural, evento que reúne a pintores, audiovisualistas, artistas visuales, fotógrafos, actores, cantantes, bailarines, artesanos de etnias originarias, escultores y otros.
El año pasado, la ex cárcel abrió nuevamente sus puerta para la segunda Ventisca. Y este año, se prepara la tercera.
Todavía se respira el ambiente de hacinamiento que caracterizó a este recinto en sus últimos años como presidio. Hoy varios maestros trabajan pintando paredes, pasamanos y colocando un nuevo piso en el patio central del recinto.
La ex cárcel espera por un futuro mejor. Se ha pedido que sea transformado en un centro cultural y la verdad es que cuando leo que en Santiago se acaba de inaugurar una gran bibioteca, siento algo de envidia. Punta Arenas no tiene una biblioteca regional.
Es de esperar que la tercera ventisca traiga aire fresco a quienes tienen que tomar las decisiones respecto del futuro de la ex unidad penal. Porque futuro, tiene.